Ir al contenido principal

Destacados

Roban 80 bicicletas de alta gama en la tienda LTM Racing de Madrid

La mañana del lunes día 5 de octubre se convirtió en la peor de 25 años de trayectoria de la empresa familiar LTM Racing, una tienda de ciclismo de San Sebastián de los Reyes, en Madrid. LTM Racing se fundó hace 25 años por los responsables de Bike Comp, distribuidores de la marca Santa Cruz para el mercado español. Empezaron como un pequeño negocio en el centro de Madrid hasta que en 2013 se mudaron a un local de 500 metros cuadrados y ya en 2017 se ubicaron en la actual nave de 1.000 metros. Al abrir la tienda el personal y propietarios la encontraron vacía, con un agujero enorme en la pared, de aproximadamente dos metros cuadrados que daba a la nave industrial que queda justo al lado y por el que habían sustraído 80 bicicletas de gama alta de las marcas Yeti, Ibis, Santa Cruz y otras marcas, además de mucho material. Cuadros de carbono, horquillas, cascos y prácticamente todo lo que encontraron en la tienda. La policía calcula que los ladrones, al menos 3 personas, abrieron el butró

Chevrolet Roadster 1932 (AMT-ERTL 1:24)

Chevrolet Standard Six Roadster 1932

En ese año el precio de un Chevy con esta carrocería rondaba los 450 dólares. Se fabricaron 1.118 unidades ese año.

Portaba un característico motor en azul fuego de 6 cilindros en línea, montados en un bloque de hierro fundido, cigüeñal contrapesado, transmisión manual de 3 velocidades, eje trasero semiflotante, frenos internos en las 4 llantas que montaban ruedas de radios de 18 pulgadas. Este motor se siguió usando en algunos modelos hasta bien entrado los años sesenta.

Este modelo supuso un salto cualitativo para la marca y relanzó sus ventas en los años siguientes.
Canarias tiene una de las aficiones a vehículos clásicos y antiguos más interesantes del país, si bien pasa desapercibida porque la distancia no facilita el roce y porque compartir rutas y pasión por el benceno con un mar de por medio no es que sea cosa fácil.


Nuestra historia de antiguos está plagada de marcas que antaño eran lo habitual y hoy son lo extraordinario. Los Ford (en especial el V8), los Chevrolet, los Packard, los Chrysler, los Buick y todos aquellos fotigos que salpicaban nuestras escasas y destartaladas carreteras fueron los reyes hasta antes de la guerra civil. Esa vinculación con el automóvil americano, aunque el europeo también estaba presente, desaparecería definitivamente en la postguerra cuando los lazos comerciales con Inglaterra reactivaron, de a poquito a poco, nuestra precaria economía. Nacería otra época en el automovilismo de las islas.

Pero, volviendo atrás, para un modelista de esta tierra interesado en la historia, en los orígenes del automóvil, en la dorada década de los treinta del pasado siglo XX, encontrar modelos a escala que reproduzcan a aquellas viejas glorias no es tarea fácil. Y aquí, las marcas americanas de modelos a escala tienen mucho que aportar.

Este kit de AMT, ya fusionada con ERTL en esta caja, está datado de 1986, aunque sin duda se trata de una reedición de otra marca más antigua, la MPC, que bajo el nombre de gama Connoiseur Classics también sacó al mercado kits de modelos gloriosos de Lincoln, Chrysler y Stutz.


Con este pedigrí el modelista ya sabe que lo que se va a encontrar en la caja no son grapas con piezas plásticas perfectas, de encaje exacto y limpias sin casi rebabas o marcas de moldes. Más bien al contrario, adolece de todo eso para desesperación de quien se enfrente al kit. Las instrucciones, eso sí, son un lujo, merecen la pena ser guardadas casi tanto como el modelo acabado. Las ilustraciones, al más viejo estilo de cómic vintage, en blanco y negro, te extasiarán a poco que tengas un mínimo de frikismo bendito en las venas.

El kit permite tres montajes, el stock o modelo estándar de fábrica, el custom al más puro estilo “American Graffiti” y el hot-rod que lo convierte en un fiero competidor en las clásicas carreras de aceleración. En mi caso opto por el montaje estándar, el que pudo haber visto alguno de mis abuelos cuando bajaban a la capitá a vender papas, higos, leche, trigo, animales o trabajar en el puerto.

Así que empezamos por el motor y, cómo no, algo habrá que añadirle, pero esto será tema para un siguiente capítulo.

Fotografía del vehículo real de la web de subastas de automóviles de colección Barrett-Jackson.

Comentarios