Mi vecino Miyazaki... o el viaje de Ghibli
Y es que así se tenía que haber titulado este libro, “El viaje de Ghibli”, reutilizando el título de una de las películas emblemáticas del estudio cinematográfico, El viaje de Chihiro, porque más que un libro sobre la obra de Miyazaki es una guía sobre la producción de películas de Studio Ghibli.
El libro
Ahora bien, Ghibli no hubiera sido Ghibli sin Hayao Miyazaki porque han sido sus obras maestras las que han creado un estilo único que no pasa desapercibido y que atrapa a todo aquel y aquella que se acerca a sus historias, por ello daremos un voto de confianza al título. Tanto Álvaro López como Marta García aciertan en su visión crítica, apuntando las fortalezas pero también las debilidades de cada cinta, de manera documentada y amena; así que si me lo permiten enfocaré la reseña del libro de la misma manera, intentando olvidar mi pasión ghibliana.
Si algo sobra en las páginas escritas, aunque ciertamente aporta una visión de comunidad, son las opiniones de otros lectores aficionados, ya que en su mayoría no aportan nada más allá de una visión totalmente subjetiva de las películas. Se suma pluralidad pero se resta espacio a una mayor documentación sobre el estudio cinematográfico. En general es algo que echamos en falta, más información de Hayao, sobre su vida y anécdotas, ya que el título parece querer centrarse en él, aunque su construcción, como ya dije, versa sobre las películas de la productora. Tampoco coincido con algunas opiniones críticas de Álvaro o Marta, especialmente en las películas que no son dirigidas por el Maestro Miyazaki o su inseparable compañero de armas, Isao Takahata, especialmente ácidos con Gorô, hijo del Maestro y director de Cuentos de Terramar y La colina de las amapolas. Curioso resulta que no haya absolutamente ninguna referencia a Aurum, ahora eOne Films, la distribuidora en España de los títulos de Ghibli, que hace con ellos lo que mejor le conviene a su negocio, catalogando o descatalogando sin mayor criterio que el económico (lo que desde el punto de vista empresarial es totalmente entendible y justificable).
Dicho todo lo cual y usando el mismo estilo de los autores, he de decir que me leí el libro en dos sentadas y que resulta un imprescindible en la biblioteca de cualquier aficionado como libro de consulta, porque de las películas sí que aporta detalles, anécdotas y datos sumamente interesantes que harán que vuelvas a ver cada título con otros ojos.
Nuestra historia
Si quisiera aportar algo mínimamente interesante a lo ya escrito sobre directores, obras y estudio sólo tendría nuestra propia historia personal sobre mi relación con las películas. Soy de esos que se dejan embaucar fácilmente por las historias, especialmente cuando cotidianidad y magia se entremezclan en una normalidad aparente que, reconozcámoslo, sólo pueden darse en viejas culturas ahora convertidas en leyendas. Desde Japón hasta Britania, desde Perú hasta Noruega, son aquellos hombres y mujeres que vivían entre lo efímero y lo mundano de la vida y la muerte y lo mágico y lo transcendental de sus creencias y sus dioses, los que nos pueden aportar esas historias.
Hasta que llegó Miyazaki. Y Nausicaä. Corría la segunda mitad de la década de los ochenta del pasado siglo XX, apenas con unos cuantos años más de los que tiene hoy Neko-li, cuando vi por primera vez lo que luego se descubriría como un atentado a la primera gran obra maestra de Hayao. Recortada en casi media hora de metraje y mal traducida, aún así, me cautivó hasta el punto de pasar años buscándola y preguntándome por aquella película que un día me transportó a una época imaginada. Pero no había Internet en aquellos años. No como hoy, al menos.
Casi una década después descubrimos a otra gran heroína, llena de luces y sombras, Mononoke, la primera que los estudios permitieron exhibir en el mercado internacional tras superar el golpe del atentado creativo realizado con su primera obra. En esos diez años habían nacido otros nueve grandes títulos que para el resto del mundo eran absolutamente desconocidos. Mononoke pasó por nuestro VHS una y otra vez. La pequeña Neko-li la veía casi todos los días. Incluso dos veces seguidas. Algo casi obsesivo. Uno se preguntaba si una película así no sería demasiado violenta para una pequeñaja de 5 años, pero es que el padre andaba igual de enganchado. Ese fue el momento de descubrir Ghibli. Aurum haría el resto. Sólo un par de años después llegó Chihiro, otra cinta VHS que acabamos gastando. A partir de ahí fue un descubrimiento tras otro, hacia delante en el tiempo con cada estreno y hacia atrás con cada nuevo lanzamiento en DVD, hasta el último, La tumba de las luciérnagas, que ya había visionado subtitulada y pirata, una obra demoledora de 1988.
Ahora tenemos una pequeña colección con casi todas las películas, a espera de que eOne Films decida reeditar algunas de las obras realizadas o lance las nuevas y últimas producciones. A decir verdad en casa nunca nos preocupamos por quien era el director de cada historia. De hecho fuimos conscientes antes de Ghibli como firma y garantía de un estilo de narrar historias que de sus directores y ni mucho menos del gran Miyazaki. Cuentos de Terramar es una película que nos encanta, pese a lo dicho en el libro. Nicky la aprendiz de bruja, El castillo en el cielo (que en la primera versión que tuvimos aún se llamaba Lapuntu), El viaje de Chihiro, La princesa Mononoke o El castillo ambulante son de esos cuentos que te transportan. Ahora que lo pienso, todas ellas firmadas por (ya quisieramos) mi vecino Miyazaki.
Y luego está la música... pero eso es otra historia. Aunque todas y cada una de las películas no se entenderían sin “esa” música.
Un último detalle, porque creemos que Álvaro y Marta quizás se equivocan en eso. No puedes juzgar el cómo se muestran las emociones en un país y una cultura como la japonesa con los criterios occidentales. Donde a nosotros nos puede resultar insuficiente las muestras de amor, pasión o cariño, al otro extremo del mundo le será más que suficiente. Y es que a veces, las mejores cosas, sólo necesitan ser intuidas.
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