La anécdota del día: el destripador de pollos

fantasmas y bicicletas

Estaba ayer pedaleando por Arenas Negras, en los altos de Icod. Hice una ruta que en breve espero poder describir en este diario de pedaleo y que quedará etiquetada como Ruta de Los Volcanes, que aunque se diferencia con la famosa ruta palmera en que no pedalemos sobre, sí pedaleamos entre. Y el paisaje es espectacular.

Pero mientras eso llega contaré una anécdota, asquerosa para más señas, sobre un improvisado destripador de pollos. A resultas que una vez terminado el ruteo, regresando por el Área Recreativa de Arenas Negras, seco como un esparto y más tostado que un tizo al sol, entro a tropel a la zona de mesas y fogones en busca de agua fresca.

Al primer mojón de piedra con llave que veo me tiro en plancha a beber. Ni corto ni perezoso aprieto el grifo y meto la boca debajo. ¡Qué fresquita! ¡Fuerte solajero he cogido hoy! ¡Me hierven hasta las ideas! ¡Pero qué c#ñ# es este pegoste negro y pegajoso que tengo en el brazo!

Pues un pegoste, mezcla de sangre y grasa, de ave supongo, del algún idiota que usó el mojón de piedra como su tabla de cocina particular o algún estúpido, fanático de vete tú a saber qué secta, que utilizó el subsodicho a modo de altar. (Es notorio, para quien ande asíduamente por nuestros montes, que de vez en cuando algún grupo de bobos se van para esos montes de Dios a convencerse que haciendo estupideces van a cambiar su vida.) En fin, que yo que sé. Pero lo cierto es que un gran pegoste de sangre de ave (imagino, por el plumerío que vi luego alrededor cuando miré con paciencia) estaba adornando todo el mojón de piedra que da soporte a la llave de agua, con lo que al apoyar la mano o el brazo, ya te imaginas el cuento.

Pero hay que ser [aquí, una lista de descalificativos varios] para no pensar en que se está usando un recurso, un servicio que es de todos y hacer semejante cochinada. ¿Para estos impresentables tendrá algún significado la palabra civismo? ¿Convivencia les dirá algo?

Fue algo anecdótico, puntual. Seguro que de llevar compañía de pedaleo se hubieran reído hasta más no poder. Pero no deja de ser una muestra más de un tipo de usuarios que, aunque no lo reconozcamos, pululan en algunas ocasiones por nuestras áreas recreativas. En general, individuos que acaban allí casi por casualidad, porque los invitaron a un cumpleaños, porque tuvieron la feliz idea de hacer una chuletada u otra peregrina excusa, pero que, en definitiva, les importa un carajo aquellas palabras como espacio natural, lo de cuida tus montes y demás buenas intenciones que el resto intentamos compartir.

Así que, en definitiva, si vas en estos días por el citado lugar, busca cualquier llave menos la que está a mayor altura. El parque está en una ladera y la citada guarrada está en su parte más alta, cerca del estacionamiento superior de los coches.


(Publicado originalmente en el Catálogo de Pistas de Tenerife: PistaDelRayo.es.)


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