Torrot “Cross” MX: el vicio de las 2 ruedas
Si tienes cuarenta-y-pico te sonará Verano Azul y ya te estará asaltando la memoria el taaaa-tarata-tara-tatatara-lara-laraaaa de su intro televisiva, inevitablemente asociada a las bicis, el verano y una época de nuestra vida que abarca una edad incierta entre la pérdida de la infancia y la llegada de la adolescencia. No exactamente esta pero sí una “Cross” MX antecesora a esta estuvo en aquellos rodajes.
Estas primeras off-road, consideradas por algunos las precursoras de las actuales mountain bike, nos dieron horas de diversión y aventuras, en el asfalto y fuera de él. Las más sofisticadas y caras como las Torrot podrían incorporar hasta con un cambio de marchas de tambor, con un complicado sistema de engranajes cercano al concepto de una caja de cambios de un automóvil. Las más sencillas, sin mayores complicaciones, como la Orbea Furia (¡esa era la mía!), pero todas con ese aire choperizado que tanto nos gustaba.
La bicicleta: un mucho de ilusión
Esta Torrot “Cross” MX incorpora algunos “adelantos”, como el freno de tambor o la suspensión trasera y delantera por muelles (ambas funcionales, porque algunas versiones anteriores traían los muelles de la horquilla sólo de adorno) y se viene a sumar a mi pequeña colección de bicicletas clásicas (segundo ejemplar anterior a 1989). Rueda a la perfección, todas sus partes son originales excepto los neumáticos -obvio- y las cubiertas (o gomas, como las llámabamos) que estaban totalmente deterioradas por el tiempo. La maneta delantera izquierda está partida, le falta esa peculiar terminación en forma de bola así que tocará buscar un respuesto original. Además incorporaba un espejo retrovisor, una dinamo y una lámpara delantera que se “perdieron” en un intento de restauración del que pude rescatar a este pedacito de historia industrial española.
La marca: un poco de historia
Como le pasara a muchas empresas del tejido industrial español Torrot sufrió la apertura de nuestro país como un gran desastre cerrando sus puertas en los primeros años de la década de los ochenta del pasado siglo XX. No se me confunda el lector, no digo que el cambio de paradigma político y social fuera un error, sólo digo que una de las víctimas fue nuestro tejido industrial, nacido a la sombra de un sistema económico proteccionista obviamente pero que dejó tras sí experiencias, historias, marcas, recuerdos y una década donde la recolocación hacia el sector servicios era moneda común.
La empresa nació en Vitoria de manos de D. Luis Iriondo, cuna de otras dos grandes, BH y Orbea, lugar donde se asentaba también la fábrica de bicicletas Peugeot hasta su cierre en la misma década. Vitoria era a la bicicleta lo que Ibi fue al juguete, los ejes que aglutinaban a un sector industrial concreto, con sus artesanos y sus trabajadores cualificados por la experiencia antes que por los estudios. Como dije, historia pasada.
Casi treinta años después la marca renace como Torrot Electric Europa para dedicarse a la movilidad urbana eficiente con el lanzamiento de productos que entran de lleno en la mentalidad del urbanita de hoy y en sus necesidades de transporte individual.
El coleccionismo: y un algo de vicio
Hay un pequeño boom del coleccionismo de aquellos objetos que hacia finales de los setenta y durante buena parte de los ochenta nos acompañaron en la infancia de los hoy cuarentones y cincuentones. Aún no son objetos cotizados, los encuentras con relativa y cierta facilidad, suelen ser baratos (en muchas ocasiones te puedes hacer con ellos a costes bajísimos o incluso gratis -te los regalan- o por un intercambio sencillo -te doy esta cosa por esa otra cosa-). Y las bicicletas clásicas de esas dos décadas están entrando de lleno y con peso propio en el curioso y extremadamente raro mundo del coleccionismo ciclista. En Tenerife uno de sus mayores exponentes y divulgadores es, sin duda, Eduardo Ascanio, apasionado también del automóvil clásico y, en especial, del Beetle y todo lo que lo rodea.
Mis planes para la bici, llevarla a Bike4Walk, empresa de reciente creación, dedicada al alquiler de bicicletas en La Laguna (Tenerife), así como a la repación y lavado de bicis, regentado por el emprendedor Jaime González, quien además tiene ya una larga experiencia en la restauración de bicicletas. Objetivo, conseguir las piezas que le faltan (espejo, dinamo y lámpara delantera), rehacer la marca “MX” en la placa de adorno que va en la horquilla. No creo que la repinte, aunque buscaré el consejo de Jaime.
Post-data, la bocina es moderna, está ahí para el vacilón en la próxima Fiesta de la Bicicleta. ;)
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