La mejor dieta del mundo para adelgazar
Reconozco que ya sólo por el título de este texto, si a mí me mandasen el enlace del artículo, lo etiquetaría como un artículo de mierda, de esos que intenta convencerte para que hagas clic en publicidad fraudulenta que deriva en la compra de un producto milagroso que vaya usted a saber ni dónde se fabrica ni qué coño contiene.
Dicho esto y reconocido el error intencionado, también sé que se posicionará bastante bien y que a más de un distraido atraerá conocer la mejor dieta del mundo, el mejor truco para adelgazar que se haya inventado, que no es otro que cultivar unos buenos hábitos de vida saludable. ¡Oh, lo siento! ¿Te he decepcionado? No es mi intención, pero si me lo permites, por favor, lee un poco más.
Soy gordito, no obeso, o no al menos de manera preocupante -creo-. Desde que recuerdo siempre he hecho deporte de manera moderada. Y cuando digo moderada me refiero a un par de veces a la semana, con pausas anuales más o menos en los inviernos. Nunca he hecho dieta, ni lo he intentado siquiera. Trabajé varios años creando webs sobre hábitos de vida saludable y de ahí extraje mucha información y cierta concienciación de que no hay soluciones milagrosas ni cambios repentinos (y si se producen deberías sospechar de lo que pueda pasarle a tu organismo).
La conclusión que he ido sacando es, básicamente, que el físico, sin entrar en casos particulares, depende en buena medida de nuestros hábitos. Lo quieras reconocer o no el tipo de trabajo que realizas, si fumas o no, si bebes habitualmente o no, si te ejercitas o no, el cómo comes -no sólo en la cantidad sino en el qué, la cosa, y en el propio cómo, masticación- influye poderosamente en esa masa de huesos, carne y grasa que acompaña a tus pensamientos. Pero ese efecto no se imprime en días ni meses, sino a lo largo de los años. Eres el talle resultado de años de debastar un trozo de madera. Esto es como andar por un paraje desconocido con la confianza de un ignorante iluso que cree saber por dónde avanzan sus pies. Al final descubrirá desconsolado que era verdad, estaba perdido.
Pero a diferencia del iluso, la gran mayoría, el común de los mortales, tenemos la oportunidad de desandar el camino andado, girando sobre nuestro eje y regresando por donde hemos venido. ¿Cómo? Con la fácil pero difícil tarea (y siento la contradicción) de cambiar nuestros hábitos. Y para esto necesitarás dos cosas esenciales: paciencia y constancia. Eso es lo que necesitarás pero no lo que harás. Lo que harás, con paciencia y constancia -y siento si me repito- es activar tu cuerpo con ejercicio adaptado a tus condiciones y revisar -más cambiar, por supuesto- el cómo te alimentas, añadiendo a la ecuación otra serie de hábitos que atañen al cómo te diviertes, al cómo te comportas, al cómo trabajas. Internet está plagado de buenos artículos cortos con cientos de consejos útiles. El sentido común (y observar si pretenden o no venderte algo que termina en una promesa de solución rápida -huye-) te dirá si son buenos consejos para poner en práctica. Y ante la duda recurre siempre al consejo profesional.
Yo te cuento esto hoy porque me ha llamado la atención la historia de Victoria, publicada en el blog de Endomondo, una mujer filipina con evidente sobrepeso a la que le diagnostican una diabetes tipo 2. No es una historia nueva y está escrita para “vender” las bondades de este aplicativo móvil útil para controlar, medir y seguir tu actividad física, pero también refleja cómo el cambio de hábitos puede cambiar tu cuerpo, con constancia (no decayendo y persistiendo) y con paciencia (no abandonando y continuando en el tiempo). Es la historia que sólo pueden contar las personas sencillas que como yo, como tú, han cambiado algo en su vida.
Victoria resume su experiencia de año y medio (agosto de 2014 a septiembre de 2015) en el que bajó casi 30 kilos de peso cambiando sus hábitos de vida, mejorando su alimentación y activándose físicamente, en 7 lecciones que te resumo brevemente y que te invito a leer (en inglés) en aquel blog:
¡Qué pases un buen día!
Dicho esto y reconocido el error intencionado, también sé que se posicionará bastante bien y que a más de un distraido atraerá conocer la mejor dieta del mundo, el mejor truco para adelgazar que se haya inventado, que no es otro que cultivar unos buenos hábitos de vida saludable. ¡Oh, lo siento! ¿Te he decepcionado? No es mi intención, pero si me lo permites, por favor, lee un poco más.
Soy gordito, no obeso, o no al menos de manera preocupante -creo-. Desde que recuerdo siempre he hecho deporte de manera moderada. Y cuando digo moderada me refiero a un par de veces a la semana, con pausas anuales más o menos en los inviernos. Nunca he hecho dieta, ni lo he intentado siquiera. Trabajé varios años creando webs sobre hábitos de vida saludable y de ahí extraje mucha información y cierta concienciación de que no hay soluciones milagrosas ni cambios repentinos (y si se producen deberías sospechar de lo que pueda pasarle a tu organismo).
La conclusión que he ido sacando es, básicamente, que el físico, sin entrar en casos particulares, depende en buena medida de nuestros hábitos. Lo quieras reconocer o no el tipo de trabajo que realizas, si fumas o no, si bebes habitualmente o no, si te ejercitas o no, el cómo comes -no sólo en la cantidad sino en el qué, la cosa, y en el propio cómo, masticación- influye poderosamente en esa masa de huesos, carne y grasa que acompaña a tus pensamientos. Pero ese efecto no se imprime en días ni meses, sino a lo largo de los años. Eres el talle resultado de años de debastar un trozo de madera. Esto es como andar por un paraje desconocido con la confianza de un ignorante iluso que cree saber por dónde avanzan sus pies. Al final descubrirá desconsolado que era verdad, estaba perdido.
Pero a diferencia del iluso, la gran mayoría, el común de los mortales, tenemos la oportunidad de desandar el camino andado, girando sobre nuestro eje y regresando por donde hemos venido. ¿Cómo? Con la fácil pero difícil tarea (y siento la contradicción) de cambiar nuestros hábitos. Y para esto necesitarás dos cosas esenciales: paciencia y constancia. Eso es lo que necesitarás pero no lo que harás. Lo que harás, con paciencia y constancia -y siento si me repito- es activar tu cuerpo con ejercicio adaptado a tus condiciones y revisar -más cambiar, por supuesto- el cómo te alimentas, añadiendo a la ecuación otra serie de hábitos que atañen al cómo te diviertes, al cómo te comportas, al cómo trabajas. Internet está plagado de buenos artículos cortos con cientos de consejos útiles. El sentido común (y observar si pretenden o no venderte algo que termina en una promesa de solución rápida -huye-) te dirá si son buenos consejos para poner en práctica. Y ante la duda recurre siempre al consejo profesional.
Yo te cuento esto hoy porque me ha llamado la atención la historia de Victoria, publicada en el blog de Endomondo, una mujer filipina con evidente sobrepeso a la que le diagnostican una diabetes tipo 2. No es una historia nueva y está escrita para “vender” las bondades de este aplicativo móvil útil para controlar, medir y seguir tu actividad física, pero también refleja cómo el cambio de hábitos puede cambiar tu cuerpo, con constancia (no decayendo y persistiendo) y con paciencia (no abandonando y continuando en el tiempo). Es la historia que sólo pueden contar las personas sencillas que como yo, como tú, han cambiado algo en su vida.
Victoria resume su experiencia de año y medio (agosto de 2014 a septiembre de 2015) en el que bajó casi 30 kilos de peso cambiando sus hábitos de vida, mejorando su alimentación y activándose físicamente, en 7 lecciones que te resumo brevemente y que te invito a leer (en inglés) en aquel blog:
- Ser honesto contigo mismo.
- Empezar cada día de nuevo.
- Estar atento a las señales.
- Utiliza lo que a ti te funciona.
- Enfócate en la constancia más que en la intensidad.
- Encontrar los apoyos necesarios de las personas adecuadas.
- Seguir avanzando.
¡Qué pases un buen día!
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