Dragon Battle Race Los Gigantes 2016
Ya sé que exagero. Exagero porque es la primera vez. Las primeras veces tienen eso, que no sabes si sí o si no, si bien o si mal, si estarás a la altura o más hubiera valido retirarse a tiempo. Y esa incertidumbre, el esfuerzo personal que supone alcanzar la meta no entrando en comparaciones ni con élites ni con nadie sino con uno mismo, con su historia y con sus limitaciones, mueve muchos adentros hacia los afueras. Así que sí, cuando llegué a la meta y vi a Luis Hernández, monitor y entrenador de TheGarage no pude evitar emocionarme. Una emoción de reto personal conseguido mezclado con sudor, endorfinas y cansancio. Yo y mis 20 kilos de sobrepeso salimos y llegamos. ¡Bien!
Si hay otro mérito personal, no mío pero del que sí formo parte es el de nuestro alma mater, la cabeza pensante que nos ha estado motivando y entrenando durante mes y medio y que movió a 28 participantes, ahí es nada, hasta el otro extremo de la isla, para correr los casi 9 kilómetros, barranco arriba y barranco abajo. Ese hombre es un corazón con patas. Lo dejó patente en la llegada donde estuvo pendiente de todos y cada uno de sus campeones. Todo hay que decirlo, Luis, ¡gracias!
Opinar de la carrera no puedo, o mejor no debo, porque es la primera vez que me acerco de verdad a un trail de obstáculos. Y yo disfruté. No podría pedir más ni mejor. El recorrido me pareció espectacular, casi 6 kilómetros de constante subida con pequeños tramos en llano donde solías encontrar alguna que otra sorpresa, como las fosas de agua. Buena parte de este ascenso fue por el cauce principal del Barranco de Santiago, entre fincas de plataneras en la zona de carrera más alta. Genial el larguísimo tramo con la rueda al hombro. La verdad, pura diversión. ¡Y con dos puntos de avituallamiento! Que no sé si es poco, si es mucho, si es lo normal... pero a mí la botella de Fuente Alta y el medio plátano me supieron a gloria.
Si pudiera hacer sugerencias, con toda la humildad del mundo y la boca muy chiquita, a lo niño que sabe puede estar haciendo algo incorrecto, yo le diría a la organización que el tramo final bajo el túnel del barranco estaba muy original pero que apestaba a alcantarilla, además de la dudosa procedencia de algunos charcos (¡puaj!). Sé, porque lo oí, que a muchos corredores no les hizo mucha gracia. Algunos obstáculos y largos tramos de carrera no tenían vigilancia, quizás porque les faltaban voluntarios. ¡Claro, todos querían correr! Y la parte final, las ruedas, muchos corredores optaron por las flexiones porque a la pata coja, no sé, a mí -y a otros corredores- me da que el niño que vigilaba la prueba se equivocó. Y las cuerdas, los primeros tenían la campana (el objetivo) un metro por debajo de los últimos (que ya no había campana y había que tocar techo). Pero de esto también sé que si estás fuerte te da igual. Tocas el techo y lo que haga falta. Pero son impresiones más de ignorante y atrevido que de otra cosa. Así le pido a los organizadores que las tomen. ¡Por favor! ¡Qué por mi parte sólo tengo buenas palabras!
En resumen, lo que empezó hace ya unos cuantos años con Jacobo Pérez en su Workout, despacito pero sin pausa, va dando sus frutos. Ahora a por la de 10 en la Infinity Xtreme.
Si hay otro mérito personal, no mío pero del que sí formo parte es el de nuestro alma mater, la cabeza pensante que nos ha estado motivando y entrenando durante mes y medio y que movió a 28 participantes, ahí es nada, hasta el otro extremo de la isla, para correr los casi 9 kilómetros, barranco arriba y barranco abajo. Ese hombre es un corazón con patas. Lo dejó patente en la llegada donde estuvo pendiente de todos y cada uno de sus campeones. Todo hay que decirlo, Luis, ¡gracias!
Opinar de la carrera no puedo, o mejor no debo, porque es la primera vez que me acerco de verdad a un trail de obstáculos. Y yo disfruté. No podría pedir más ni mejor. El recorrido me pareció espectacular, casi 6 kilómetros de constante subida con pequeños tramos en llano donde solías encontrar alguna que otra sorpresa, como las fosas de agua. Buena parte de este ascenso fue por el cauce principal del Barranco de Santiago, entre fincas de plataneras en la zona de carrera más alta. Genial el larguísimo tramo con la rueda al hombro. La verdad, pura diversión. ¡Y con dos puntos de avituallamiento! Que no sé si es poco, si es mucho, si es lo normal... pero a mí la botella de Fuente Alta y el medio plátano me supieron a gloria.
Si pudiera hacer sugerencias, con toda la humildad del mundo y la boca muy chiquita, a lo niño que sabe puede estar haciendo algo incorrecto, yo le diría a la organización que el tramo final bajo el túnel del barranco estaba muy original pero que apestaba a alcantarilla, además de la dudosa procedencia de algunos charcos (¡puaj!). Sé, porque lo oí, que a muchos corredores no les hizo mucha gracia. Algunos obstáculos y largos tramos de carrera no tenían vigilancia, quizás porque les faltaban voluntarios. ¡Claro, todos querían correr! Y la parte final, las ruedas, muchos corredores optaron por las flexiones porque a la pata coja, no sé, a mí -y a otros corredores- me da que el niño que vigilaba la prueba se equivocó. Y las cuerdas, los primeros tenían la campana (el objetivo) un metro por debajo de los últimos (que ya no había campana y había que tocar techo). Pero de esto también sé que si estás fuerte te da igual. Tocas el techo y lo que haga falta. Pero son impresiones más de ignorante y atrevido que de otra cosa. Así le pido a los organizadores que las tomen. ¡Por favor! ¡Qué por mi parte sólo tengo buenas palabras!
En resumen, lo que empezó hace ya unos cuantos años con Jacobo Pérez en su Workout, despacito pero sin pausa, va dando sus frutos. Ahora a por la de 10 en la Infinity Xtreme.
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