Reinventarse, tu segunda oportunidad
Leí este libro en marzo de 2011, cuando publiqué esta pequeña referencia, en el blog de ArteCar24. Hoy, más que creer en segundas oportunidades sé que cada minuto es una oportunidad en sí misma. Una nueva, única, irrepetible e insondable nueva oportunidad. Que lo puedes ver así, o no, según sea de tu gusto en este momento. Pero que lo es, lo es. :)
Las cosas nunca suceden porque sí. Cada vez estoy más convencido. No estabas allí, en aquel preciso momento, por casualidad sino por un cúmulo de circunstancia. En cierta manera, lo admitamos o no, nuestras decisiones, a su vez influenciadas directamente por nuestras expectativas y éstas por los pensamientos que lanzamos íntimamente a las bases de nuestras creencias, constituyen el mapa misterioso que arrastran el presente hasta ese lugar.
De eso precisamente va Reinventarse, tu segunda oportunidad, de Mario Alonso Puig, editado por Plataforma Editorial, un librito de 170 páginas que no viene a contar nada que otros muchos autores centrados en el conocimiento personal y la superación no hayan dicho antes. Pero al mismo tiempo es una excelente obra por la sencillez de su mensaje y por su capacidad de sintetización. Lo que Puig trasmite no es el resultado de un estudio académico ni producto de una revisión sistemática de la literatura existente. Nace de la propia experiencia. Esa es la impresión.
Podría ser el libro ideal para leer en alguna de las renombradas crisis de la edad adulta. Aquella que da cuando se cumplen treinta años y uno se da cuenta de la pérdida definitiva de la adolescencia; o la de los cuarenta, cuando has comprendido que, definitivamente, las riendas de tu vida están en tus manos, quieras dirigir los caballos que te empujan o prefieres mirar a otro lado y hacer como que no no te das cuenta.
El autor incide en que son las palabras y los pensamientos, producto de nuestras creencias, originadas en nuestra historia personal, la que limita o amplifica nuestro potencial. Es cierto. La historia de nuestra vida no es sino el producto de un cúmulo de interpretaciones. Las experiencias parecen ser inexorables, llegados a ese lugar y ese instante en que suceden. Son como olas imparables. Nos arrastran y en ese momento decidimos sucumbir o surfear nuestra propia historia.
Si hay algo que nuevo que me ha aportado, personalmente, esta pequeña obra, es la proposición de que el pasado no es estanco. No es un archivo inamovible clasificado en algún lugar de nuestro cerebro con el atributo de sólo lectura. Más bien al contrario, siendo como es una acumulación de interpretaciones, es posible desde nuestro presente, recrear éxitos y fracasos de nuestra historia personal afrontándolos desde nuevas ópticas. Aprender a ver lo que creemos recordar como cierto con otros ojos con el objetivo de desnudar lo que resulta doloroso limpiando así de nuestro pasado aquellas conclusiones que sólo nos trae daño y limitación al presente. Máxime cuando en cierta manera aquellas interpretaciones almacenadas con el tiempo tienden a colarse en nuestro futuro a través del condicionamiento de las decisiones y actos en nuestro presente.
Comprender que el pasado no es un cúmulo de bases sólidas sobre las que construir un presente sino un inestable sistema de arenas movedizas permite al navegante, al onironauta que desea reconstruir su visión del mundo, que busca la consciencia plena de su aquí y ahora, pasar de ser una víctima de sus prejuicios a poseer la llave de sus emociones. Permite acceder por fin al perdón de los pecados que promulga el cristianismo, naciendo no en algo impersonal y distante sino en lo más íntimo de nuestro ser. Observar lo que fue y permitirse admitir y digerir aquello, lo que ya no es el ahora, para poder actuar con mayor libertad en ésto, el presente.
Como conclusión, las palabras del autor:
Las cosas nunca suceden porque sí. Cada vez estoy más convencido. No estabas allí, en aquel preciso momento, por casualidad sino por un cúmulo de circunstancia. En cierta manera, lo admitamos o no, nuestras decisiones, a su vez influenciadas directamente por nuestras expectativas y éstas por los pensamientos que lanzamos íntimamente a las bases de nuestras creencias, constituyen el mapa misterioso que arrastran el presente hasta ese lugar.
De eso precisamente va Reinventarse, tu segunda oportunidad, de Mario Alonso Puig, editado por Plataforma Editorial, un librito de 170 páginas que no viene a contar nada que otros muchos autores centrados en el conocimiento personal y la superación no hayan dicho antes. Pero al mismo tiempo es una excelente obra por la sencillez de su mensaje y por su capacidad de sintetización. Lo que Puig trasmite no es el resultado de un estudio académico ni producto de una revisión sistemática de la literatura existente. Nace de la propia experiencia. Esa es la impresión.
Podría ser el libro ideal para leer en alguna de las renombradas crisis de la edad adulta. Aquella que da cuando se cumplen treinta años y uno se da cuenta de la pérdida definitiva de la adolescencia; o la de los cuarenta, cuando has comprendido que, definitivamente, las riendas de tu vida están en tus manos, quieras dirigir los caballos que te empujan o prefieres mirar a otro lado y hacer como que no no te das cuenta.
El autor incide en que son las palabras y los pensamientos, producto de nuestras creencias, originadas en nuestra historia personal, la que limita o amplifica nuestro potencial. Es cierto. La historia de nuestra vida no es sino el producto de un cúmulo de interpretaciones. Las experiencias parecen ser inexorables, llegados a ese lugar y ese instante en que suceden. Son como olas imparables. Nos arrastran y en ese momento decidimos sucumbir o surfear nuestra propia historia.
Si hay algo que nuevo que me ha aportado, personalmente, esta pequeña obra, es la proposición de que el pasado no es estanco. No es un archivo inamovible clasificado en algún lugar de nuestro cerebro con el atributo de sólo lectura. Más bien al contrario, siendo como es una acumulación de interpretaciones, es posible desde nuestro presente, recrear éxitos y fracasos de nuestra historia personal afrontándolos desde nuevas ópticas. Aprender a ver lo que creemos recordar como cierto con otros ojos con el objetivo de desnudar lo que resulta doloroso limpiando así de nuestro pasado aquellas conclusiones que sólo nos trae daño y limitación al presente. Máxime cuando en cierta manera aquellas interpretaciones almacenadas con el tiempo tienden a colarse en nuestro futuro a través del condicionamiento de las decisiones y actos en nuestro presente.
Comprender que el pasado no es un cúmulo de bases sólidas sobre las que construir un presente sino un inestable sistema de arenas movedizas permite al navegante, al onironauta que desea reconstruir su visión del mundo, que busca la consciencia plena de su aquí y ahora, pasar de ser una víctima de sus prejuicios a poseer la llave de sus emociones. Permite acceder por fin al perdón de los pecados que promulga el cristianismo, naciendo no en algo impersonal y distante sino en lo más íntimo de nuestro ser. Observar lo que fue y permitirse admitir y digerir aquello, lo que ya no es el ahora, para poder actuar con mayor libertad en ésto, el presente.
Como conclusión, las palabras del autor:
Tenga muy presente que entre cualquier hecho que ocurra y su respuesta emocional estará siempre su forma de evaluar esa situación. Más importante que hacer interpretaciones aparentemente lógicas es hacer interpretaciones que nos ayuden en vez de anularnos.
Comentarios
Publicar un comentario