El suicidio de Logan Paul y los límites de YouTube: no todo vale
Que YouTube es una empresa y que por lo tanto ha de ser rentable o los creadores de contenido no tendríamos una plataforma con un público potencial increíblemente masivo ese una realidad. Negarla es negar la mayor. Que los creadores de contenido que arrastran millones de suscriptores con millones de visualizaciones son parte esencial de ese juego porque son ellos los que fidelizan a la masa de usuarios, es otra verdad absoluta. Y mira que no estoy acostumbrado a expresarlas. Que esa masa de usuarios, su presencia en la plataforma, es lo que YouTube vende a los anunciantes, una máxima ya demostrada y obvia.
Partiendo de estas realidades parece muy de sentido común concluir que esta empresa de Google no penalice a youtubers como Logan Paul, con diesitantos millones de suscriptores, porque en su línea de contenidos, irreverente y desenfadada, de entretenimiento, se haya pasado de frenada, haya insultado, haya menospreciado, no solo a una cultura entera de un país como es Japón, sino lo que sin duda resulta más reprochable, la vida humana.
Y no digo aquí que en el uso de la ironía, el humor negro y otras tendencias extremas de contenido que nos provoca un shock emocional que habitualmente deriva en risa histérica o nerviosa, que nos saca la risa morbosa o malvada, se tengan que evitar ciertos temas. No soy yo quien para censurar a otros ni me gusta que se censure a nadie. Pero una cosa es hacer un chiste malo, apto para según qué públicos, de una costumbre japonesa o del suicidio, y aún así lo podríamos criticar o defender. Y otra bien distinta es asaltar la cultura ajena invadiendo un espacio como es el bosque de Aokigahara. Y otra cosa muy, pero que muy distinta, es encontrar el cadáver de un joven adolescente que se ha suicidado y hacer de ello un espectáculo, hacer de ello mofa, hacer de ello un motivo para ganar visualizaciones y mejorar el porcentaje de monetización.
Aquí, YouTube, tendría que haber sido intolerante, haber demostrado humanidad, haber puesto los huevos sobre la mesa o dar un par de puñetazos en el escritorio. Faltó un directivo o una directiva con adentros e intestinos que hubiera mandado cerrar la cuenta de Logan Paul, al menos durante un tiempecito. Alguien con la valentía suficiente para mandarlo a la esquina de pensar. Que sirviera de ejemplo y escarnio porque no todo vale. Que sirviera para concienciar a los creadores de contenido sobre que somos exactamente lo mismo que ha sido la televisión o el cine. Y que por lo tanto debemos estar auto contenidos, auto limitados, por los mismos límites. Que no se nos debe censurar sino que debemos de demostrar la madurez suficiente para saber y entender donde están los límites, las líneas rojas, incluso aplicarnos la autocensura que se aplican aquellos otros medios, hoy tan obsoletos.
Logan, no todo vale. Sé que no leerás este texto. Ni tú ni tu representante ni tu cohorte de colaboradores que medran a tu sombra. De hecho este artículo no lo leerán sino unas cuantas personas y no llegará a ningún lado. Pero aún así. Aunque ya hayamos olvidado la polémica, aunque ya no sea tendencia tuitera porque estemos despeluzando a otro u otra, eso no significa que habiendo terminado el marrón tu acto haya dejado de ser cuestionable. Terriblemente cuestionable, cuando menos. Puede que incluso hasta juzgable. Desde luego aquí, aquello de "en 15 días es historia" no se debería de permitir que ocurriese.
Ojalá, tú, lector, sí, tú, si lees esto, lo compartas, porque el colectivo de creadores de contenido, al que pertenezco, debe tener claro que NO TODO VALE.
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