Canarias tiene un límite, Canarias se agota, pero lo que no tiene son alternativas

Canarias no tiene alternativas

No es la primera vez que abordo la turismofobia en Canarias, sus causas, sus consecuencias y sus interpretaciones.

Para mí es un tema tan meridianamente claro, indistintamente de tus ideologías, que no cabe lugar a la discusión.
  1. Los territorios insulares son extremadamente limitados en recursos en comparación con los territorios continentales. Hasta un tonto sabría reconocer esto.
  2. Un territorio insular turístico debe dar cabida, primero, a sus residentes originales; proteger, primero, su propia cultura; amparar, primero, a sus vecinos y vecinas, por delante de los foráneos que están de paso.
Ya está, asunto zanjado.

Hay demasiados turistas.

Ya de paso cabe decir que no hay duda sobre la declaración que afirma que se promueve la masificación turística porque el sector está en manos de empresas extranjeras y se toman las decisiones desde Bélgica, Cataluña, Berlín o Londres.

Y no desde el lugar de destino: nuestras islas.

Además, el turismo en Canarias está basado en obtener beneficio del volumen, no del margen en el precio. Algo tremendamente difícil de cambiar.

Dicho todo esto, aclarada mi posición, que no es contra el turista sino contra la masificación, que no es contra el turismo sino contra el turismo masivo y descontrolado, vamos a repartir tortas a mi propio bando.

Porque voy a hacer una declaración de futuro que revisaré dentro de un año.

Los movimientos sociales acabarán formando parte de lo que critican

Los movimientos Canarias tiene un límite o Canarias se agota, liderado este último por un buen hombre, D. Víctor Martín, a la sazón profesor universitario, acabarán formando parte del entramado de poder de las islas.

Como ya pasara con algunos movimientos en décadas pasadas, las subvenciones dirigidas al tercer sector que puntualmente acabarán en manos de asociaciones constituidas a partir de estos movimientos acallarán bocas o serán dirigidas según el interés de turno de quien pone el dinero. Es decir, el amo le dirá al ladrador qué tiene que ladrar y cuándo.

Además es posible que las personas que lideren estas organizaciones acaben en tal o cual partido, en tal o cual Concejalía de algún ayuntamiento insular o como Consejero menor en un Cabildo cualquiera.

Los movimientos, además, sufrirán luchas internas en las que las personas de mayor visibilidad pelearán por ser el hombre o la mujer fuerte del movimiento, quien lleva la voz cantante y, como resultado, quien se lleve el gato al agua cuando esas situaciones de compra de voluntades se den.

De hecho y por lo que me cuentan, las luchas internas ya se están dando incluso antes del 22 de abril. Se notó en un detalle nimio, en la batalla por el hashtag dominante, si #CanariasTieneUnLímite o si #CanariasSeAgota. Ambas tendencias luchan ahora mismo por ser quienes lideren la voz de esta batalla.

El segundo ha sido usado por la gente de las banderas de siete estrellas (yo tengo una, por si vienes con el insulto fácil) y los cercanos a movimientos de extrema izquierda. El primero usado por grupos y posiciones más moderadas, y por ello, más fácilmente tentables desde el poder.

Unos cuantos usábamos ambos porque, como buenos equidistantes detestables que somos, no nos queremos significar ni identificar con ningún grupito con colorines y eslóganes.

Siempre criticamos pero nunca solucionamos

Pasa en Canarias y pasa en todos los sitios del llamado primer mundo. Y es que nos centramos, impulsados por la comodidad y la barriga llena, en la crítica, en la queja, en la lamentación; o en apoyarla; pero nunca nos paramos a pensar, valorar o idear alternativas o soluciones.

Nos quejamos del capitalismo pero no sabemos qué cosa queremos a cambio, salvo ideas vagas o utopías que suenan bien cuando las lees o te las cuentan, pero nunca cuando las pones en práctica, porque ahí la utopía se enfanga con la realidad.

Las entrevistas se llenan de dedos que señalan. Periodistas (aparentemente) polémicos que hace un año no veían ningún problema en la turismofobia y afirmaban, en petit comité, que esto no llegaría a ningún lado, hoy se rasgan las vestiduras con el dedo todo tieso.

Pero nunca invierten un segundo en aportar.

Alcaldes, consejeros, oposición, líderes de movimientos y ex-cargos a izquierda y derecha gritan, hacen aspavientos, alertan y ponen cara de la-gran-amenaza... pero ni una sola propuesta.

Mientras unos señalan a otros, mientras los lobbys amenazan con hambrunas y penurias, todo sigue empeorando y la casa sigue sin barrerse.

Porque al final de lo que se trata es, otra vez, de hacer ruido, ganar visibilidad y parecer que uno mola mucho por estar súper implicado y súper comprometido.

De nada más.

Como ya escribí, en quince días el 22A fue historia. En un mes ya (casi) nadie se acuerda. Salvo los que buscan obtener algún beneficio.


Tampoco estamos dispuestos a sufrir

¿Por qué no aportamos soluciones concretas? ¿Por qué Fernando Clavijo se reúne con los bien pagados de los todopoderosos Cabildos para crear grupos de trabajo que reflexionarán sobre el modelo turístico?

(Y ni un gramo de vergüenza en zarandear la foto y la nota de prensa, oye.)

¿Por qué Víctor Martín de Canarias Se Agota, los alcaldes que hoy dan castaña a diestro y siniestro -pero hace medio año andaban callados como muros de ladrillos-, quienes estuvieron en cargos y ahora ni siquiera están en la oposición, quienes hacen 100 capítulos de podcasts molones y modernos... no aportan soluciones?

¡Ah! Espera, espera...

Que cuando digo soluciones digo propuestas concretas, razonadas, argumentadas, medidas, pensadas.

No a ideas vagas buenistas y suenabien.

Te lo voy a decir. Y es mi opinión. Pero una opinión muy pensada.

Porque no estamos dispuestos (yo tampoco) a hacer sacrificios, a sufrir.

¿Acaso el profe de la Uni está dispuesto a sacrificar su trabajo cuando la economía entre en barrena por una caída del 50% del turismo hasta que se reestructure en otro sector económico?

Dudo mucho que lo hiciese.

¿Acaso los cargos de turno están dispuestos a dejarlo para reducir los gastos públicos para que las administraciones soporten menos peso y así sobrellevar una profunda crisis consecuencia directa de una dura reestructuración del sector -que hace falta, insisto-?

Permíteme que lo siga dudando.

¿Acaso los chavales del podcast estarían dispuestos a emigrar o tener que desempeñar trabajos comunes y menos chupiguays porque no habría patrocinios ni medios de ingresos con ese proyecto tan innovador?

Creo que no.

¿Acaso yo estaría dispuesto a pasar por una profunda situación de crisis, impagos, deudas para que Canarias se reestructure y busque otro modelo económico?

No, no quiero hacer pasar a mi familia por eso.

(Tú tampoco lo quieres, así que no te hagas el digno, o la digna.)

Y te digo una cosa, al menos yo quiero intentar ser sincero. No sé si lo llego a conseguir al 100%. Pero sí quiero hacer ese ejercicio.

Por supuesto que Canarias tiene un límite.

Por supuesto que Canarias se agota.

Pero lo que no tiene Canarias son alternativas.

O más concretamente, no habemos canarios y canarias dispuestos a pasarlas bien jodido. A pasar hambre, emigración, miseria, impagos, deudas, desahucios, desempleo (no lo que tenemos ahora, que sería una broma al lado de lo que veríamos) para cambiar el modelo económico y social de arriba a abajo.

No, definitivamente, Canarias no tiene alternativas.

Y no las tendrá.

(No te gusta. Lo lamento. Vuelve a leer este texto dentro de un año, luego léelo dentro de dos, luego léelo dentro de 5 y luego dentro de 10 años. Y vuelve a gritarme el insulto que estás pensando.)

Comentarios