Destacados
- Obtener enlace
- X
- Correo electrónico
- Otras aplicaciones
Tener perro no te hace buena persona
No se es buena persona por lo que se tiene, ni por lo que se dice tener. No por la cantidad de palabras bonitas que salpican el discurso, ni por las afiliaciones, ni por los aplausos que otros dan cuando te ven hacer lo que creen que es correcto.
Tener perro no te hace buena persona. Ser vegano tampoco. Hacer donaciones en Navidad, votar a cierto partido, leer ciertos libros, llevar camisetas con mensajes solidarios…
Nada de eso te absuelve si el resto del año eres una mierda de persona.

Hoy venía al Centro donde estoy dando clases sobre Procedimientos en Marketing Digital (un curso del SEPE financiado por el SCE). Delante de un portal, un chaval, veintitantos, quizás treinta y pocos, con su perro "caro" (quién entiende, sabe), al lado de una moto con una cubierta protectora, de esas que se compran para evitar que la lluvia o el polvo la ensucien. Ya sabes.
El perro estaba soltando una meada en la tela que cubría la moto como si no hubiera levantado la pata en todo el fin de semana. El dueño, al otro extremo de la correa, mirando, indiferente.
Yo, observando la escena y pensando en ese dueño de la moto. Y observando la indiferencia absoluta del propietario de ese pobre chucho "caro y con pedigrí".
Tener perro no te hace buena persona.
Ni ser vegano.
Ni estar en la ONG de turno.
Para ser buena persona lo único que tienes que hacer es tener un poco de consideración por quienes te rodean, sin distinción.
Se llama convivencia.
Solo eso.
Ser buena persona no tiene foto, no tiene eslogan, no tiene un post viral ni una sala llena de cabezas asintiendo. Ser buena persona es lo que haces cuando nadie está mirando. Es el "cómo" decides actuar cuando no hay testigos, cuando no hay recompensa, cuando nadie va a enterarse jamás.
La integridad no es un traje que te pones para la ocasión. No es un accesorio que brilla bajo los focos. Es el suelo que pisas cada día, el peso de tu sombra cuando caminas solo, la forma en que hablas cuando sabes que la conversación no dejará rastro.
Esto no va de no equivocarse ni de ser perfecto, tampoco. No es eso. Equivocarte, meter la pata, forma parte de esa integridad. Va de cómo lo afrontas, de cómo lo encaras, de cómo te pones de pie y asumes las consecuencias o lo solucionas (o al menos lo intentas).
Ser buena persona es devolver el carrito del supermercado sin que nadie lo exija. Es no aprovecharte de una ventaja solo porque puedes si eso provoca un mal a otras personas.
Es no humillar cuando podrías, no escupir veneno cuando sería fácil, no pisar el cuello de otro para sentirte más alto.
Es dejar que el otro pase primero sin esperar que te den las gracias.
Es compartir sin hacerlo notar.
Es sostener la puerta, recoger el papel del suelo, callar cuando lo que tienes para decir solo va a doler.
No se trata de grandeza, ni de ser héroe. No hay medalla, ni ranking, ni lista de los más bondadosos. Se trata de habitar el mundo con la menor violencia posible.
De no ser un peso más en la espalda de los otros. De estar aquí y procurar que, al menos, nadie sufra porque existes.
Eso es todo.
Y, a la vez, lo es todo.
- Obtener enlace
- X
- Correo electrónico
- Otras aplicaciones
Comentarios
Publicar un comentario