Café en la montaña

Nada es tan importante como yo creo que lo es: vivir preocupado es una mierda


Este año ha comenzado con una fuerza inusitada. En apenas unas semanas, he visto partir a varios vecinos, un primo, una tía y madrina. La Doña —como algunos la llaman con un susurro de respeto y temor— ha pasado por estos lares y ha cosechado ajecho (si no conoces la palabra, consulta un diccionario de canarismos; merece la pena).

Cada vez que esto ocurre, me golpea la misma verdad, esa que sé que también te ha alcanzado a ti en más de una ocasión. Nos enfrentamos a una realidad incuestionable: solo hay dos certezas en nuestra existencia.

  • La primera, nuestro punto de partida, el día en que llegamos a este mundo (si es que el registro civil y la memoria familiar no nos han jugado una mala pasada).
  • La segunda, el desenlace inevitable, ese momento que, aunque ignoramos cuándo llegará, sí sabemos que vendrá.

Lo demás es un terreno ambiguo, un territorio incierto donde la memoria y la anticipación nos juegan malas pasadas.

Lo que creemos recordar de nuestro pasado no es más que una versión, una interpretación moldeada por nuestro foco, nuestras emociones y nuestras circunstancias de aquel instante. "No vemos las cosas como son, sino como somos", dijo Anaïs Nin.

Y qué razón tenía.

Nuestra mente no es una cámara fotográfica, sino un pintor caprichoso que retoca los colores según la luz del día. Lo que nos contamos a nosotros mismos sobre lo que fue, rara vez es una versión objetiva y fría de los hechos.

¿Cuántas veces has recordado una conversación de hace años y alguien más te ha dicho que no sucedió así? Ahí está la trampa. Lo que nos atormenta del pasado no es el pasado en sí, sino la historia que hemos tejido sobre él.

Y el futuro, ese otro monstruo, no es más que una cuenta atrás silenciosa, una hoja en blanco en la que proyectamos miedos y esperanzas. Decía Marco Aurelio: "No pierdas más tiempo discutiendo sobre lo que debe ser un buen hombre. Sé uno".

Me pregunto cuántas veces he dejado que mis preocupaciones consuman mi presente por estar atrapado en el ayer o en el mañana. Lo que me inquieta, me desvela o me angustia... ¿es realmente tan importante?

¿O es solo un espejismo amplificado por mi propia mente?

(Lo segundo, fijo.)

Sé que tú, como yo, has leído sobre esto incontables veces. Nos han repetido hasta la saciedad que el presente es lo único que realmente poseemos. Lo hemos entendido intelectualmente, claro que sí. Pero entender no es lo mismo que internalizar.

Solo en los velatorios, cuando la realidad nos sacude con su rudeza, volvemos a recordarlo. Y entonces nos prometemos cambiar, valorar más, preocuparnos menos. Pero luego, con el tiempo, se nos olvida. Volvemos a nuestras preocupaciones diarias como quien regresa a una casa desordenada y se acostumbra al caos.

Aprender es difícil.

Cambiar lo es aún más.

Hace unos días, mientras reflexionaba sobre todo esto, me encontré con una frase de Epicuro que me dejó sin aliento: "La muerte no nos concierne, porque mientras existimos, ella no está presente, y cuando llega, nosotros ya no existimos".

Y sin embargo, qué peso le damos. Qué miedo nos da. Quizá no sea la muerte en sí, sino la conciencia de que tenemos un tiempo limitado y la duda de si lo estamos aprovechando bien. Pero, ¿y si estuviéramos desperdiciando ese tiempo precisamente en preguntarnos si lo estamos aprovechando bien?

No escribo esto con la intención de venderme como nada, ni de pretender que tengo respuestas. Solo soy un tipo que machaca teclados. Pero lo comparto como un recordatorio para mí mismo. Porque cada vez que recuerde que lo he escrito será un tirón de orejas, un susurro que me diga: "Oye, recuerda que nada es tan importante como crees que es".

Así que hazme un favor. Comparto esto y etiquétame para yo darme cuenta. No para validar mis palabras, sino para que, cuando vea la mención en tal o cual red, recuerde que la vida es ahora.

Y que cualquier tormenta en mi cabeza es solo eso: una tormenta pasajera.

Comentarios

  1. Sabemos que algún día nos daremos cuenta que nada importaba, posiblemente en ese momento ya será tarde. Mientras seguimos sin despertar, consumiendo tiempo

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Café en la montaña

Entradas populares